martes, 12 de junio de 2012

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Elementos Principales de la Inteligencia Emocional (3)

Hasta aquí los cinco elementos principales que componen la inteligencia emocional; hay algún autor que cita otros elementos entre los que destaca el “control del impulso” que vienen a definirlo como la capacidad para demorar el impulso en beneficio de un objetivo marcado. Imaginemos una persona que decide hacer una dieta para adelgazar x Kg. y en una fiesta, ante una bandeja de bombones su primer  impulso  le lleva a satisfacerlo cogiendo uno o dos bombones, pero  inmediatamente piensa en el objetivo que se ha trazado de adelgazar y pasa de largo ante la bandeja. La capacidad para resistir el impulso puede desarrollarse con la práctica, y a ello nos ayudará pensar en nuestro objetivo a  más o menos largo plazo. Todos sabemos que hay situaciones en la vida que son, tal vez, más complejas que las golosinas.

Estos autores dicen que las personas que son capaces de controlar sus impulsos son socialmente más competentes, están más seguros de sí mismos y soportan mejor la frustración, y las personas que sucumben fácilmente a sus impulsos son más susceptibles a estar estresados, a ser testarudos e indecisos en la adolescencia, convirtiéndoseles estos comportamientos en un aprendizaje nocivo para su vida adulta.

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Elementos Principales de la Inteligencia Emocional (2)


3.      Motivación.
 
 La palabra motivación la podríamos traducir por ser aplicado, tenaz, saber permanecer en una tarea, no desanimarse cuando algo no sale bien, no dejarse desalentar.

Efectivamente, los verdaderos buenos resultados requieren cualidades como la perseverancia, disfrutar aprendiendo, tener confianza en uno mismo y ser capaz de sobreponerse a las derrotas. Un elevado cociente intelectual, por sí solo, no nos convierte en el primero de la clase, ni en Premio Nobel. Es una habilidad esencial, que nos da la inteligencia emocional, el saber motivarnos y el permanecer motivados positivamente.

4.      Apertura a los demás: Empatía.

Sí, empatía con mayúsculas, porque es una cualidad esencialísima para la satisfacción personal y para unas buenas relaciones interpersonales. La empatía la podemos definir como la aptitud para ponerse en el lugar del otro.

Los estudios sobre la comunicación parten de la base de que alrededor del 90% de la comunicación emocional se produce sin palabras. La empatía ante otras personas requiere la predisposición a admitir las emociones, escuchar con concentración y ser capaz también de comprender pensamientos y sentimientos que no se hayan expresado verbalmente.

5.      Crear relaciones sociales.

Otros autores le llaman con el ya consabido término de habilidades sociales; ambos términos vienen a indicarnos lo mismo, que en todo contacto con otras personas entran en juego las capacidades sociales: en el trato con la familia, las relaciones con todas las personas que nos rodean en el trabajo, jefes y compañeros, en las discusiones con la pareja, en los círculos sociales en los que cada uno se desenvuelve, etc. Que tengamos un trato satisfactorio con las demás personas depende, entre otras cosas, de nuestra capacidad de crear y cultivar las relaciones, de reconocer los conflictos y solucionarlos, de encontrar el tono adecuado y de percibir los estados de ánimo del otro.

También podríamos decir que esto implica orientarse hacia las personas, no mirar la vida como un espectador, no observar sólo a las personas sino hacer algo en común con ellas, entenderse con los demás, sentir la alegría de estar entre la gente.

Crear relaciones sociales  es algo que puede aprenderse y desarrollarse y, en primer lugar, esto se consigue mediante el esfuerzo por percibir de manera consciente las propias emociones y las de los demás. La atención es la base para gestionar nuestras propias emociones y las emociones de las personas que nos rodean.

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 Elementos Principales de la Inteligencia Emocional (1)

Ya decíamos como fue un psicólogo de Yale, Peter Salovey, y un compañero suyo, Jhon Mayer, quienes acuñaron el gráfico nombre de inteligencia emocional, aunque posteriormente fuera D. Goleman quien ha hecho famoso mundialmente el término.  

El mérito de Salovey y Mayer estriba en que concretaron qué es lo que de hecho integra la inteligencia emocional, o dicho de otra forma, cuáles son los elementos que la componen. A partir de ellos, otros muchos autores han hecho también esta clasificación y aunque pueden diferir en los nombres, todos se asemejan en los contenidos. También hay autores que hablan de habilidades y con este nombre nos vamos a quedar. La clasificación es la siguiente:

1. Conocimiento de uno mismo o Reconocer las propias emociones.

Ser conscientes y dar nombre a las propias emociones es uno los pilares de la inteligencia emocional, en el que se basan la mayoría de otras cualidades emocionales. Sólo quien sabe por qué se siente y cómo se siente puede manejar sus emociones, moderarlas y ordenarlas de manera consciente y constructiva para sí mismo.

Las personas que tienen mayor seguridades sobre sus emociones son las que mejor saben dirigir su vida. Desarrollar el conocimiento  de uno mismo requiere llegar a conocer aquellos sentimientos que no somos conscientes de tener, llamados muy gráficamente “sentimientos de las entrañas”.
 
Según Daniel Goleman, el conocimiento de uno mismo y el de los propios sentimientos son las bases profundas de la inteligencia emocional.

2. Saber manejar las propias emociones.

Es lo que otros autores llaman “gestión del humor”. Emociones como el miedo, la ira o la tristeza son mecanismos de supervivencia que forman parte de nuestro bagaje emocional. No podemos elegir nuestras emociones, no las podemos desconectar o evitar, pero sí está en nuestras manos  poder conducir nuestras reacciones emocionales  y la clave de nuestro equilibrio reside en muchas ocasiones precisamente en esto. No nos puede extrañar esto, pues todos somos conscientes que cuando nos invade la emoción  tenemos poco control sobre nosotros. Disminuir los sentimientos de angustia, de tristeza, de ansiedad...., lo que hagamos con nuestras emociones, el hecho de manejarlas de forma inteligente, depende de la inteligencia emocional.


El autocontrol es pues una habilidad de la inteligencia emocional y significa la disposición para saber manejar los propios sentimientos de manera que podamos permanecer tranquilos para poder afrontar los sentimientos de miedo y ansiedad y para recuperarnos rápidamente de los sentimientos negativos.