lunes, 13 de septiembre de 2010

CÓMO MEJORAR LA RELACIÓN CON NUESTROS HIJOS 2

Continuamos compartiendo algunas de las herramientas que pueden ser útiles para ser tenidas en cuenta cuando nos relacionamos con nuestros hijos. Recuerda que lo fundamental es la posbilidad de que reflexiones sobre estos elementos, y que tengas en cuenta que sólo serán útiles en la medida en que los lleves a la práctica. También, ten en cuenta que en las relaciones no hay recetas sino herramientas, y que entonces, lo más importante para conseguir los resultados deseados, está en quien utiliza la herramienta, y cómo la utiliza. Si el uso de las herramientas no es adecuado, los resultados tenderán a ser los no deseados. Ánimo.

Tema I: Mensajes de los Padres que deterioran la Relación con los Hijos.

2. AMENAZAR. CHANTAJEAR:

Este obstáculo para el crecimiento presupone básicamente el mismo esquema teórico del obstáculo anterior : "Yo soy más que tú ", "Yo valgo más", "Debes someterte a mí". Cuando se "amenaza' o "chantajea", se agrega, sin embargo, un nuevo matiz : "Ay de ti si no haces lo que yo quiero".

La amenaza y el chantaje intentan socavar el derecho que tienen los hijos a la libertad y la autonomía, aprovechándose los padres de la situación de fuerza que tienen sobre los hijos.

En la amenaza se busca el sometimiento del hijo, con la promesa de infringirle o males y daños si no ejecuta lo exigido, y para que sea más eficaz se bombardean las zonas más sensibles de los hijos: su miedo al abandono, a la soledad, a la violencia física : “Si no haces lo que te digo atente a las consecuencias”.

El Chantaje tiene prácticamente la misma estructura que la amenaza; la diferencia es que puede usarse bajo formas más sutiles. El “Chantaje” castiga con la pérdida de algo que es muy importante para el otro : afecto, cariño, dependencia económica, protección, etc. “Si no haces... no cuentes conmigo”.

En otras ocasiones, los padres reconocen teóricamente a sus hijos el derecho a tomar una decisión, pero se les amenaza con unas consecuencias si lo hacen que, prácticamente anulan tal derecho : “Puedes estudiar lo que quieras... pero tú ya sabes que si estudias Filosofía no te pagamos la carrera”.

Los efectos psicológicos que se originan cuando nos comunicamos con los hijos desde la amenaza o desde el chantaje son siempre perniciosos, pues les ponen en una alternativa poco honrosa : si se someten a los padres por temor a la amenaza, evitarán el castigo, pero se sentirán humillados y cobardes; si se revelan y no aceptan la propuesta de sus padres, no serán dependientes, pero quedan sometidos a los castigos que se les han prometido.

A veces, los hijos que han sido objeto de amenazas se sienten tentados a hacer aquello que se les ha dicho que no hagan, sólo para ver si se materializan las amenazas o chantajes prometidos: “¿Sí?, pues ahora lo hago”.

En ocasiones es cierto que con la amenaza o el chantaje se logran unos resultados inmediatos antes que con cualquier otro procedimiento, pero provocan fuertes resentimientos hacia aquellos padres que los usan: los hijos se sienten humillados y, a la larga, directa o indirectamente, consciente o inconscientemente, intentarán vengarse en las formas más sutiles a su alcance ante ese abuso de poder. Es decir, a corto plazo se consigue someter al hijo, pero a largo plazo se deteriora la relación.

Más adelante: Moralizar y culpar.

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