viernes, 28 de junio de 2013

Manual de Comunicación para el Verano 1



         El periodo de vacaciones, trae consigo una serie de actividades y de cambios en las rutinas del común de las personas. Cambia el clima, la ropa que se lleva, los horarios de trabajo, los tiempos de ocio, etc., etc. 
 
            De igual manera, en muchos casos, y asociado con frecuencia a las vacaciones, se pasa más tiempo en familia; se está más en casa, o se va de vacaciones juntos. Esto, además de los innumerables beneficios que podría tener para la relación familiar, nos invita a estar atentos al riesgo de conflictos. 

         
       Tenemos en nuestros centros, estadísticas que indican que, con frecuencia, después de la temporada de vacaciones veraniegas o navideñas, aumenta el número de llamantes al teléfono de la esperanza, especialmente como resultado de los conflictos generados a raíz de la convivencia durante las vacaciones.
 
 
            Es habitual que, los padres/madres, principalmente, aborden con optimismo la posibilidad de pasar más tiempo junto con sus parejas, hijos y, a veces, algunos miembros de la familia política: suegros, nueras, yernos, cuñados, etc.
 
 
            También es frecuente, que los hijos, especialmente los adolescentes, estén pensando más en pasar tiempo con sus amigos, novios/as, etc., que con la familia y/o los padres.
 
 
            La convivencia, entonces pone de manifiesto, que con frecuencia, los miembros de la familia tienen expectativas diferentes acerca de las actividades que se desarrollarán en verano, del tiempo que se desea pasar juntos, o de cómo se invertirá ese tiempo que pasan juntos, y necesariamente, en época de dificultades económicas ¿cuánto dinero hay y cómo se administra?
 
 
            Para la mayoría de quienes comparten las vacaciones en familia, la convivencia es sinónimo de alegría, de intimidad, de crecimiento y de descanso; no obstante, también pueden  surgir tensiones, discusiones, agotamiento, producto de las diferentes expectativas, y el ánimo con que se aborde dicho periodo de convivencia.
 
 
            ¿Cómo enfocar la convivencia para sacar el máximo provecho de ella? En el Teléfono de la Esperanza de Alicante, hemos resumido  20 aspectos que podrían ser muy útiles, para que las familias afronten esta época estival, de una manera sana y constructiva, y ayudar así, a que la convivencia familiar durante las vacaciones, sea realmente placentera.

Manual de Comunicación para el Verano 2


PUEDES HACER:

 

Observar. Trata de estar atento a las necesidades, emociones, inquietudes y reacciones de los demás, de tal manera que puedas obrar en consonancia con las mismas.

 

Escuchar. Escuchar no significa estar de acuerdo en todos los aspectos, pero sí, tener una disposición adecuada para dar cabida a las ideas de los demás; así mismo, notarás que es más fácil resolver las diferencias, si sabes cuales son.

 

Motivar. Dos cabezas piensan más que una, anima a los demás miembros de tu familia a aportar ideas para resolver las diferencias, o para construir unas vacaciones que se acerquen al gusto de todos.

 

Interesarte. El interés se expresa con acciones como mirar a los ojos, gesticular, asentir con la cabeza, o emitir señales verbales que indiquen que prestamos atención: ajá, claro, si, comprendo, etc.

 

Implicarte. Con frecuencia, los desencuentros relacionales entre las personas conllevan una importante carga afectiva; profundizar en esa carga afectiva puede ayudarnos a resolver de manera más profunda las diferencias.

 

Consensuar. Antes que imponer, intenta poner en común las diferentes alternativas de solución para una determinada situación; esto ayuda a que los demás se sientan agradecidos. Asimismo, es importante no apoyarse en primera instancia en el voto de la mayoría, sino ser creativo para encontrar soluciones que satisfagan a todos.

 

Centrarte. Recuerda que fundamentalmente, el objetivo de las vacaciones es descansar; programa las actividades, de tal manera que ayuden a relajarse y a disfrutar; evita cargarte a ti mismo y a los otros, con actividades que promuevan el malestar.

 

Emocionarte. Muestra tus emociones, especialmente aquellas que indican a los demás miembros de tu familia, que disfrutas de su compañía, y que tienes buena disposición para pasar unos días placenteros con ellos.

 

Expresarte. Es más fácil que los demás sean receptivos a tus necesidades cuando las expones con cariño, y cuando de antemano les has escuchado o animado a hablar también de lo que necesitan.

 

Pedir. Pedir de manera cariñosa, razonable y equitativa, contribuye a fomentar un ambiente de participación, y de valoración de las aportaciones de los demás; es una manera de reconocer o poner en común, el talento y las cualidades de los otros, y de ayudarles a sentirse útiles.

Manual de Comunicación para el Verano 3


PUEDES EVITAR:

 

Descalificar. Es un obstáculo muy grave para la comunicación y el crecimiento;  sucede cuando se ponen como normas o preceptos las propias convicciones, como si fueran el único modo lógico y razonable de ver las cosas: “Pero si esto es de sentido común...”. “No sé cómo no te das cuenta de las tonterías que dices”.

 

Dar órdenes. Cuando algún miembro de la familia, especialmente los padres se comunican en términos de “dirigir” y “mandar”, están trasmitiendo con su actitud hacia los demás, que no los valoran adecuadamente, ni creen en la capacidad de los otros para comprender las situaciones y para resolverlas.  Para justificar estas actitudes es frecuente que se acompañen de declaraciones pretendidamente bien intencionadas, pero por supuesto, nocivas: “Si yo te lo digo por tu bien”, “A mí la experiencia me ha enseñado que…”

 

Amenazar. Este obstáculo para las relaciones presupone básicamente: “Yo soy más que tú”, “Yo valgo más”, "Debes someterte a mí'.  Cuando se "amenaza' o "chantajea", se agrega, sin embargo, un nuevo matiz: "Ay de ti si no haces lo que yo quiero".

 

Etiquetar a los otros. Cuando hacemos esto, catalogamos a una persona, con base en uno sólo de sus aspectos, tomando como base algo que hace, y que nos gusta o nos disgusta; si esa persona hace algo que nos gusta, tendemos a etiquetarla como “buena”, si hace algo que no nos gusta, la etiquetamos como “mala”.

 

Menospreciar. Esta actitud implica quitarle valor a algo que para otra persona es importante, o más aún, quitarle valor a la persona misma.

 

Aislarse. Cuando las cosas no salen como queremos, con mucha frecuencia, en lugar de afrontarlas, decidimos escapar psicológicamente, con el ánimo de no pasar el mal rato que puede significar tratar de resolver un problema

 

Justificarse. Con frecuencia, cuando cometemos un error, pero nos cuesta asumirlo, tratamos de anteponer una serie de razones, que nos ayuden a evadir la responsabilidad y evitar las consecuencias de aquello que no ha salido bien.

 

Insistir. Cuando no conseguimos lo que queremos, frecuentemente tendemos a repetir y repetir lo mismo y de la misma manera, casi siempre con el ánimo, de que el otro se canse de escucharnos, y cumpla con aquello que le pedimos, por efecto del agotamiento.

 

Hostilidad. Esta actitud podríamos entenderla como una serie de comportamientos inadecuados que ponemos de manifiesto cuando nos sentimos cargados emocionalmente; con frecuencia, quienes están a nuestro alrededor, pagan las consecuencias, recibiendo rechazo, miradas amenazantes, comentarios intimidatorios, etc.

Pero sobre todo, no olvides que lo fundamental está en el afecto, y que es hoy, cuando puedes compartirlo con las personas a quienes quieres. ¡Ánimo!