miércoles, 25 de abril de 2012

EMOCIÓNATE 6


    MITOS SOBRE LA EMOCIÓN


Seguramente, hemos oído numerosas razones lógicas para no tener muy en cuenta las emociones. La misma psicología ha ofrecido estas explicaciones durante décadas y la  filosofía y la literatura durante siglos. En realidad, en gran parte se trata de mitos, que no se basan en estudios lógicos, pero que ahí están.



1.      La emoción es inferior porque es más primitiva que la razón.



No se puede negar que la amígdala del cerebro, la parte donde residen las emociones, es una parte más antigua del cerebro humano que el neocórtex, donde reside la razón. Pero no es más primitiva. Las partes emocional y racional del cerebro han evolucionado juntas y, en realidad, están entrelazadas y trabajan juntas y tienen efectos recíprocos. Es un mecanismo cooperador el que se desarrolla entre ambas partes y a través de él conseguimos cosas muy importantes para nosotros como la auto conservación, la empatía (la capacidad de sintonizar con la otra persona poniéndonos en su lugar), la sociabilidad y un profundo  conocimiento de uno mismo.  



2.      La emoción es peligrosa.



Efectivamente, todos hemos experimentado que una de las cosas que más duele es el dolor emocional, duele y mucho. Pero no mata a nadie, sino más bien, a veces nos ayuda a hacernos más fuertes. No hace muchos años, en el Centro de Técnicas Curativas de Los Ángeles, se constató en diversos estudios que la supervivencia de la persona está vinculada a la aceptación de la emoción intensa, y se descubrió que éstas personas tenían más probabilidades de seguir sanos que los que pasaban por alto o rechazaban sus emociones.



Igual que el dolor físico, el dolor emocional es un aviso y hay que hacerle caso; cuando no se hace así, el dolor emocional se nos puede convertir en dolor físico crónico. Cuando las personas que sufren fuertes migrañas (dolor de cabeza fuerte y persistente) aprenden a reconocer y afrontar convenientemente ciertos sucesos cargados emocionalmente, por ejemplo, los dolores de cabeza con frecuencia desaparecen.



3.      El control de uno mismo procede de reprimir los sentimientos.



Nadie es tan insensato que toma decisiones importantes sin tener todos los datos en sus manos que le ayuden a tomar esas decisiones; sin embargo, confiamos actuar acertadamente sin la información que proporcionan nuestros sentimientos. La emoción debería ser un dato o recurso irreemplazable, pues nos indica, mediante las manifestaciones físicas que tiene, si una decisión o una acción es adecuada para nosotros. El control de uno mismo no procede del control de nuestros sentimientos, sino de vivirlos y sentirlos.



4.      Hay emociones buenas y emociones malas.



Las emociones no entienden de estas categorías, eso se queda para la ética. Todas las emociones nos informan de algo y todas son constructivas si sabemos escucharlas. Las emociones sí que son agradables o desagradables, positivos o negativos, tristes o alegres, etc. Todas las emociones vividas profundamente nos ofrecen mensajes que nos resulta necesario oír.



Como conclusión breve a este tema podríamos decir que igual que nos preocupamos de aprender a leer y escribir, y que esto mismo lo hagan las personas que nos interesan, también podríamos ocuparnos de aprender a leer las emociones para conducirnos por nuestra vida de una manera eficaz e inteligente.

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